BREVE
PERSPECTIVA HISTÓRICA DE LA
TEOLOGÍA DE LA
LIBERACIÓN
Por Daniel Turriago Rojas
Por medio del presente artículo no intento hacer una
reflexión teológica, sobre los aciertos o desaciertos de la TL , solo pretendo presentar una
breve síntesis de lo que ha sido su proceso histórico.
1. Antecedentes
Es así como las Casas considera que los indios estaban
mejor como paganos con vida, que, como cristianos muertos, concluyendo que
debían ser persuadidos por el poder del evangelio y no por la fuerza de las
armas.
En el siglo XIX, la TL fundamenta los procesos de liberación
nacional, a través de los teólogos Juan
Germán Roscio, José María Morelos, Juan Fernández de Sotomayor, quienes
describen la situación de las colonias españolas en América, haciendo un
análisis de su realidad a la luz de la fe y del evangelio, elaborando un juicio
teológico-moral de su situación y motivando a la praxis revolucionaria, como
elemento para la transformación de las estructuras de injusticia, pecado y la
conducción a la paz y la libertad de los hijos de Dios.
2.
Latinoamérica siglo XX: décadas del 50 y
60
En la mitad del siglo XX América Latina se orienta a
cambios sociales debido a la industrialización.
De una sociedad rural y sacra, de terratenientes y
campesinos, a una sociedad urbana secularizada, de clases medias y obreras.
Finalizan las dictaduras de la época, algunas de ellas
con tinte populista, Nicaragua (Somoza), Cuba (Batista), Colombia (Rojas
Pinilla), Venezuela (Guzmán Banco) y Argentina (Perón).
América Latina se encuentra en un proceso de
ebullición social debido a las transformaciones socio-económicas que coinciden
con la revolución cubana, 1957, y la difusión de los postulados marxistas que
motivan movimientos guerrilleros en Venezuela, Guatemala y Perú.
Bajo el proyecto de guerra fría y la penetración del
comunismo en América Latina, la administración norteamericana, lanza el
programa Alianza para el Progreso que tiene como objetivo frenar la insurgencia
promoviendo el desarrollo.
Se implementan en América Latina políticas económicas
desarrollistas, en las cuales la
Iglesia participa a través de la acción católica, llegando a
los excluidos de la sociedad.
A Europa van a formarse sacerdotes y seminaristas, con
la visión de la nueva teología francesa y alemana, el estudio de las ciencias
sociales, es el caso, de Camilo Torres Restrepo, quién considera como deber de
todo cristiano comprometerse con el cambio de las estructuras económicas,
sociales y políticas.
Se inicia el diálogo de la Iglesia con la modernidad
bajo la orientación de Juan XXIII (1958-1963) y del concilio Vaticano II
(1962-1965), proponiendo una teología que parta de la palabra viva de los
pueblos y se reflexione a la luz de la fe.
En el mismo
concilio el Papa y el cardenal Lercaro[1]
proclaman la Iglesia
como “Iglesia de los pobres”.
En este ambiente de renovación y reflexión eclesial se
reúnen en 1964, en el Instituto Teológico de los Franciscanos, Petrópolis:
Juan Luis Segundo, quién diserta, sobre los problemas
de los teólogos en América Latina.
Lucio Gera, con su ponencia, la función del teólogo en
América Latina.
Gustavo Gutiérrez, con su conferencia, diálogo con las
élites culturales, los profesionales y los más pobres y la situación de extrema
pobreza del continente.
El CELAM con el Instituto de Teología Pastoral
Latinoamericano (Itepal), organiza varias reuniones, donde se tratan temas como
cristología y pastoral en Cuernavaca (1965), palabra y evangelización en
Santiago de Chile (1966), y teología de la historia en Montevideo (1967).
A 3 años de terminado el concilio Vaticano II
(1962-1965), se reúnen en Medellín los obispos latinoamericanos tomando
conciencia de la situación social, analizando la relación fe y justicia, el
pecado social, la liberación de los pobres y denunciando la injusticia y la
violencia institucionalizada.
Iluminados con el Vaticano II y la encíclica sobre el
progreso de los pueblos, de Pablo VI, la Iglesia latinoamericana entabla diálogo con su
realidad, debelando un mundo de vasta pobreza y opresión, por ello, la Iglesia “tiene un mensaje
para todos los hombres, que en este continente, tienen “hambre y sed de
justicia”… y el Episcopado Latinoamericano no puede quedar indiferente ante las
tremendas injusticias sociales existentes en América Latina, que mantienen a la
mayoría de nuestros pueblos en una dolorosa pobreza cercana en muchísimos casos
a la inhumana miseria.”[2]
Bajo estos signos de los tiempos la teología
latinoamericana toma conciencia de ser teología de la liberación y no teología
del desarrollo, proponiéndose hacer teología a partir de la realidad histórica
de los pobres en América Latina que reflexionan críticamente sobre la praxis a la
luz de la fe.
Se rechaza la noción de desarrollo y es reemplazada
por la de liberación, el mismo Gustavo Gutiérrez, argumenta que la palabra
liberación de origen bíblico, expresa la radicalidad y conflictividad propias
del proceso que viven los pobres en América Latina impulsándolos a terminar con
la dependencia y el subdesarrollo.
Gustavo Gutiérrez,[3]
afirma que la teología debe “encontrar un lenguaje sobre Dios que surja de la
situación creada por la injusticia y la pobreza en que vive la gran mayoría, ya
sean razas despreciadas, clases sociales explotadas, culturas marginadas o
mujeres que sufren discriminación. Debe ser al mismo tiempo un discurso
alimentado por la esperanza de un pueblo que busca la liberación. En este
contexto de sufrimientos y alegrías, de incertidumbre y convicciones, de
generosos compromisos y ambigüedades, debe brillar sin descanso nuestra comprensión
de la fe…la teología de la liberación trata, en comunión eclesial, de ser un
lenguaje sobre Dios.”[4]
Ignacio Ellacuría,[5]
considera, “la TL
trata primariamente de todo lo que atañe al reino de Dios, sólo que enfoca
todos y cada uno de sus tópicos, aun los más elevados y aparentemente separados
de la historia, sin olvidar nunca, y frecuentemente con atención muy especial,
su dimensión liberadora.”[6]
Leonardo Boff,[7]
asegura que, “la teología no tiene sólo a Dios como referencia, sino a todas
las cosas si se las considera a la luz de Dios. Por eso su objetivo es
absolutamente todo, desde la búsqueda de la serenidad personal, pasando por la
liberación económica y social de los pobres y excluidos.”[8]
Rubem Alves,[9] quién
dice, “mis investigaciones no pretenden ser otra cosa sino la expresión de la
participación en una comunidad de cristianos que está batallando para descubrir
como hablar fielmente el lenguaje de la fe en el contexto de su compromiso con
la liberación histórica del hombre.”[10]
José Míguez Bonino,[11]
quién confirma que, “la soberanía de Dios se realiza polémicamente en la
historia…la historia es en la
Biblia ese conflicto de Dios con su pueblo en medio de los
pueblos y en relación con ellos.”[12]
Julio Santa Ana,[13]
quién define la TL
como, “una reflexión teológica formulada en el contexto de una praxis de
liberación…no se trata de meras formulaciones teóricas, sino de una teología
viva.”[14]
3.
Algunos elementos de la Teología de la Liberación
Se fundamenta en el Dios de la vida que considera al
pobre persona.
En el seguimiento de Jesús liberador que se hermana
con el pobre.
El pobre como lugar teológico privilegiado donde se
manifiesta Dios.
Esta reflexión no se da solamente en las universidades
o con la lectura de libros, sino en relación con los pobres.
Las comunidades eclesiales de base son el medio de
difusión de la TL
de allí salen los catequistas, laicos, religiosos, sacerdotes y obispos.
Las comunidades eclesiales de base actúan analizando
la realidad a la luz de la lectura bíblica comunitaria.
Para la TL
la historia de la Iglesia
es la memoria del pueblo cristiano que se escribe en clave crítica y no
apologética.
El método que utiliza la TL se fundamenta en el propuesto por la acción
católica ver, juzgar y actuar.
4.
Latinoamérica: década del 70
En la década del 70 en América Latina se desarrollan
toda una serie de movimientos de liberación en los cuales participan cristianos
que propugnan por el cambio social que derrumbe las estructuras de pecado, apoyando,
al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y al Frente Farabundo Martí
de Liberación Nacional (FMLN).
Su opción es crear una sociedad socialista que se
asemeje al reino de Dios.
Como reacción a esta serie de movimientos de
liberación, se implementa el esquema de Seguridad Nacional, dando paso a
gobiernos represivos y dictatoriales, Brasil (1964), Bolivia (1971), Uruguay
(1973), Chile (1973), Perú (1975), Ecuador (1976), Argentina (1976), Paraguay
(1977) y países centroamericanos en toda la década del 70.
En este contexto algunos obispos optan por los pobres
asumiendo la defensa de los derechos humanos, Helder Cámara (Olinda-Recife,
Brasil), Pedro Casaldáliga (Sao Félix do Paraguaya, Brasil), Tomás Balduino
(Goais, Brasil), Samuel Ruiz (San Cristóbal de las Casas-Chiapas, México),
Paulo Evaristo Ars (Sao Pablo, Brasil), Raúl Silva Enríquez (Santiago de
Chile), Leonidas Proaño (Riobamba, Ecuador), Antonio Fragoso (Crateús, Brasil),
Sergio Méndez Arceo (Cuernavaca-México) y Oscar Arnulfo Romero (San Salvador),
quién afirma, la “Iglesia es perseguida precisamente por su opción preferencial
por los pobres y por tratar de encarnarse en el interés de los pobres…sería
triste que en una patria donde se está asesinado horrorosamente no contáramos entre
las víctimas también a los sacerdotes. Son el testimonio de una Iglesia
encarnada en los problemas del pueblo…La Iglesia sufre el destino de los pobres: la
persecución. Se gloría nuestra Iglesia de haber mezclado su sangre de
sacerdotes, de catequistas y de comunidades con las masacres del pueblo y de
haber llevado siempre la marca de la persecución…Una Iglesia que no sufre persecución,
sino que está disfrutando los privilegios y el apoyo de la tierra, esa Iglesia
¡tenga miedo: No es la verdadera Iglesia de Jesucristo!.”[15]
En la
Iglesia se inicia una crítica y condena a la TL y sus teólogos, en 1971, por
medio del Centro de Estudios para el Desarrollo e Integración de América
Latina, CEDIAL, bajo la orientación de Roger Vekemans y Alfonso López Trujillo,
con su órgano de difusión, la revista Tierra Nueva, se propone como alternativa
un análisis teológico y social diferente al de la TL.
El teólogo Boaneventura Kloppenburg, en la revista
Communio, crítica la TL
por “dar prioridad a la situación sobre el evangelio, descuidar la dimensión
ontológica y contemplativa de la teología, el peligro de reducir la teología a
politología, la minusvalorización del pecado personal y acentuación del pecado
estructural, la tendencia a unir de modo exclusivo e indisoluble evangelio y
sistema socialista.”[16]
El CELAM en 1972, en la XIV asamblea ordinaria en Sucre (Bolivia), elige
como secretario general a Alfonso López Trujillo, iniciándose un proceso de
purga del CELAM y arremetiendo contra los teólogos de la liberación, aunque
Pablo VI, en su carta apostólica con ocasión del 80 aniversario de la encíclica
Rerum novarum, 1971, muestra gran interés por el impacto de la TL y el socialismo sobre los
católicos.
Se puede decir que la Iglesia latinoamericana en
este contexto, muestra tres tendencias, una tradicional que solo le interesa la
dimensión espiritualista y sacramentalista.
Una reformista que, bajo la orientación de los
documentos sociales de la
Iglesia , propone un rechazo a la violencia y la injusticia.
Una radical que considera deber de todo cristiano
hacer la revolución que conduzca al socialismo.
En la III
conferencia del Episcopado latinoamericano celebrada en Puebla, 1979, los
teólogos de la liberación son excluidos, aunque finalmente en el documento
conclusivo se mantiene la opción preferencial por los pobres.
5.
Latinoamérica: década de los 80
Década en que terminan los gobiernos militares dando
paso a autoridades civiles. Se logra la paz en el Salvador.
América Latina se encuentra en crisis económica debida
al pago de la deuda externa, por ello, el cardenal Paulo Evaristo Ars,
franciscana, afirma que el compromiso de los gobiernos no es con los deudores
sino con los pueblos.
El papa Juan Pablo II (1978-2005), realiza una serie
de viajes por Brasil (1980), Centroamérica (1983), países andinos (1985),
aunque paradójicamente en sus discursos, toma una actitud de crítica a la TL , a la vez, denuncia la
injusticia estructural que sufren los pueblos latinoamericanos.
En 1980 es asesinado el Arzobispo de San Salvador
Oscar Arnulfo Romero y Juan Pablo II, “en su primer viaje a Centroamérica,
1983, se detiene inesperadamente en la catedral de San Salvador, entra en ella
y arrodillándose, ora sobre la tumba del arzobispo y lo recuerda como un celoso
Pastor, a quien el amor de Dios y el servicio a los hermanos lo condujeron
hasta la entrega misma de la vida.”[17]
Se inicia el proceso contra los teólogos Gustavo
Gutiérrez, 1983, y Leonardo Boff, 1985, a quién se le impone silencio absoluto no
permitiéndosele enseñar o publicar, por atentar contra la “recta doctrina”, al
utilizar en su método teológico un lenguaje no moderado. Al no utilizar en su
teología la tradición de la Iglesia. Al
fundamentar la teología no en la Fe ,
sino en las situaciones históricas. Al hacer la dicotomía entre la figura
histórica de la Iglesia
y la Iglesia
de Cristo.
En 1986 los obispos brasileños tienen una reunión con
Juan Pablo II donde se revoca el silencio impuesto a Leonardo Boff.
El 6 de agosto de 1984, la Congregación para la Doctrina de la Fe , por medio de la Instrucción sobre
algunos aspectos de la
Teología de la
Liberación , firmada por el cardenal Joseph Ratzinger,
considera que la TL
reduce el reino de Dios a un humanismo intrascendente.
Que el análisis marxista de la realidad que utiliza la TL lleva a un ateísmo.
Que los teólogos de la liberación optan por una
interpretación racionalista de la
Biblia.
Que la eclesiología que propone la TL conduce a una Iglesia
Popular en conflicto con la
Iglesia jerárquica.
En el sínodo de 1985, se afirma, “hay pastores que se
muestran débiles con los errores difundidos en seminarios, enseñados en las
facultades de teología, en los libros y propagados por los medios de
comunicación, y hay obispos que hasta sostienen dichos errores y llegan a
defender a los que han publicado dichas doctrinas.”[18]
El 5 de abril de 1986, la Congregación para la
doctrina de la Fe ,
publica la Instrucción
sobre la libertad cristiana y la liberación. En esta ratifica que el análisis
marxista conduce al ateísmo, condenando la violencia como vía necesaria para la
liberación y proponiendo que la doctrina social de la Iglesia[19] es
la guía verdadera para la praxis cristiana de la liberación, ya que “aquellos
que desacreditan la vía de las reformas a favor del mito de la revolución no
sólo nutren la ilusión de que la abolición de una situación inicua basta por sí
misma para crear una sociedad más humana, sino que favorecen además la llegada
de regímenes totalitarios”[20].
La misma Instrucción trata de clarificar algunos
conceptos como pueblo, pobres, comunidad, experiencia, historia, que según
ella, no se deben definir de una lectura marxista, ya que se dejaría a un lado
el concepto bíblico de pobre y siguiendo la historia y la dialéctica marxista
se hablaría de proletariado.
Para el cardenal Ratzinger la teología de la
liberación, “en sus formas que se rehacen conforme al marxismo, no es
enteramente un producto autóctono, indígena, de América Latina o de otras zonas
subdesarrolladas, donde habría nacido y habría crecido por obra del pueblo. Se
trata en realidad, al menos en su origen, de una creación de intelectuales nacidos
y formados en el Occidente opulento: europeos son los teólogos que la han
iniciado, europeos –o educados en las universidades europeas- son los teólogos
que la hacen crecer en Sudamérica.”[21]
En 1989, la Santa
Sede , por medio de las congregaciones para los Institutos de
Vida Consagrada y para la Doctrina de la Fe , intervienen a la Confederación Latinoamericana de Religiosos, CLAR, por su proyecto “Palabra-Vida”, porque, “el
Proyecto no está en una línea hermenéutica conforme a la establecida por el
Concilio Vaticano II…en él se propone una lectura de la Sagrada Escritura
que prescinde completamente tanto de la Tradición como del Magisterio de la Iglesia , y se asumen, en cambio,
como clave hermenéutica, la experiencia histórica y la situación de conflicto
de los pobres.”[22]
Para el historiador de la teología, Jean-Yves Lacoste
“las torpezas de la teología de la liberación son razonablemente evidentes. Por
una parte, esta doctrina limita la salvación a su dimensión
veterotestamentaria. Por otra, muchos autores proceden a llevar a cabo un
análisis marxista de la sociedad creyendo de buena fe que el materialismo
histórico puede utilizarse como instrumento de trabajo científico, y que no
tiene un verdadero lazo con el materialismo dialéctico, y en ello se equivocan
sobre Marx…la influencia implícita o explícita del marxismo lleva a la teología
de la liberación a desinteresarse de lo religioso y lo cultural”[23]
Los ataques y condenas contra la teología de la
liberación suscitan una fuerte solidaridad de universidades y teólogos europeos
como Schilebeeckx, Rahner, Metz, González Faus, Chenu, Congar.
6.
Latinoamérica: década del 90
Con la caída del socialismo real, 1989, y el triunfo
del liberalismo el mundo da paso al neoliberalismo y la globalización.
Los ataques a la
TL ya no son teóricos sino eclesiales, como, el nombramiento
de obispos conservadores y el apoyo de movimientos hostiles a la teología de la
liberación.[24]
En plenaria la Pontificia Comisión
para América Latina, 2001, en cabeza del cardenal Joseph Ratzinger, destaca que
en “la situación actual de América Latina, desde el punto de vista teológico,
se caracteriza por la presencia de una teología de la liberación en tonos más
serenos, pero más vivos”, alertando la misma comisión a los pastores de la
persistencia de una TL “contraria a la doctrina católica, que se presenta ahora
con nuevas manifestaciones, como son la teología india, el feminismo extremo y
el ecologismo ideologizado.”[25]
Benedicto XVI, en 2006, al prologar su libro Jesús de
Nazaret, afirma “sin duda, no necesito decir expresamente que este libro no es
en modo alguno un acto magisterial, sino únicamente expresión de mi búsqueda
personal “del rostro del Señor” (Sal 27,8). Por eso, cualquiera es libre de
contradecirme. Pido sólo a los lectores y lectoras esa benevolencia inicial,
sin la cual no hay comprensión posible.”[26]
En marzo de 2007, la Congregación para la Doctrina de la Fe , prohíbe a Jon Sobrino,
enseñar y escribir en instituciones católicas su cristología.
En el nuevo contexto histórico mundial los teólogos de
la liberación tratan temas sobre la condición teológica de la secularización.
Cuestiones de sacramentología: celibato, carisma sacerdotal, teología del
diaconado, incompatibilidad de la condición femenina y la ordenación
sacerdotal. Eclesiología: Jesús-Reino-Iglesias locales e Iglesia Universal.
Teología de la mujer. Teología de los religiosos. Ecología, teología de la
tierra. Los indígenas. Los campesinos. El neoliberalismo. La globalización.
7.
A
manera de conclusión
Como afirma, Gustavo Gutiérrez, la TL sigue teniendo sentido en la América Latina de hoy, porque,
“es un esfuerzo por hacer presente en este mundo de opresión, injusticia y
muerte, la Palabra
de vida.”[27]; y como lo asevera Daniel
G. Groody,“el auténtico compromiso por la liberación humana es un esfuerzo,
basado en la gracia, por desenmascarar los ídolos de la riqueza, del poder, del
prestigio y del orgullo y por destruir los muros entre los poderosos y los
pobres y, en último término entre los seres humanos y Dios”[28]
Bibliografía
Alberigo, Giuseppe. Breve historia del concilio
Vaticano II (1959-1965). Salamanca: Ediciones Sígueme, 2005.
Benedicto XVI. Jesús de Nazaret. Bogotá: Planeta,
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Girardi, Giulio. El templo condena el evangelio. El
conflicto sobre la teología de la liberación entre el Vaticano y la Clar. Madrid: Nueva Utopía, 1994.
Groody, Daniel G. Globalización, espiritualidad y
justicia. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino, 2009.
Laboa Gallego, Juan María. Historia de los Papas.
Madrid: La esfera de los libros, 2007.
Lacoste, Jean-Yves (Director). Historia de la
teología. Buenos Aires: Edhasa, 2011.
Riccardi, Andrea. El poder del Papa. Madrid: PPC,
1997.
Rowland, Christophert. La teología de la liberación.
Madrid: Cambridge University Press, 2005.
Saranyana, Joseph-Ignasi. Cien años de Teología en
América Latina (1899-2001). Bogotá D.C.: CELAM, 2005.
Tamayo, Juan-José. Bosch, Juan (eds.) Panorama de la
teología latinoamericana. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino, 2001.
Tamayo-Acosta, Juan José. Para comprender la teología
de la liberación. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino, 2000.
Turriago Rojas, Daniel. Monseñor Romero: Un cristiano
en la historia de América Latina. S.p.i.
[1] El cardenal Giacomo Lercaro (1891-1976), arzobispo de
Bolonia, uno de los cardenales progresistas que participó en los cónclaves de
1958, 1963 y en el concilio Vaticano II, en la primera sesión del 11 de octubre
a el 8 de diciembre de 1962, “lanzó en el aula la propuesta de que la idea
dominante de toda la obra conciliar debería ser la de “la Iglesia de los pobres”,
presentándola “como elemento de síntesis, el punto de clarificación y de
coherencia de todos los temas tratados hasta ahora” y el resto del trabajo
venidero. La presencia de Cristo en los pobres –entonces dos tercios de la
humanidad- se integraba con las otras realidades profundas del misterio de
Cristo en la Iglesia :
la eucaristía y el episcopado. Dicha perspectiva, acaso la más original y profética
de este período, amén de ser acogida con entusiasmo sobre todo por los
episcopados del sur
del planeta, puso fin –por razones puramente organizativas- a la primera fase
de los trabajos, confirmando su altísimo nivel.” En: Alberigo, Giuseppe. Breve
historia del concilio Vaticano II (1959-1965). Salamanca: Ediciones Sígueme,
2005. P. 61.
[3] Nace en Lima,
1928. Realiza estudios de medicina, sicología y teología en las universidades
de Lima, Lovaina y la
Gregoriana de Roma. Doctorado en Teología en la universidad
de Lyon. Fundador del Instituto Bartolomé de las Casas. Actualmente pertenece a
la orden de predicadores. Es considerado el iniciador de la teología de la
liberación. Entre sus obras se encuentran Teología de la liberación.
Perspectivas (1971). La fuerza histórica de los pobres (1982). La verdad los
hará libres. Confrontaciones (1986). Hablar de Dios desde el sufrimiento de los
inocentes (1986). El Dios de la vida (1989). En busca de los pobres de
Jesucristo. El pensamiento de Bartolomé de las Casas (1993). El rostro de Dios
en la historia (1996). El futuro de la reflexión teológica en América Latina
(1996).
[4] Gutiérrez,
Gustavo. Labor y contenido de la teología de la liberación. En: Rowland,
Christophert. La teología de la liberación. Madrid: Cambridge University Press,
2005. P. 61-63.
[5] Nace en España
1930. Ingresa a la Compañía
de Jesús residiendo en América Latina desde 1949. Estudia teología en la
universidad de Innsbruck. Se doctora en filosofía con una tesis sobre el pensamiento
de X. de Zuburi. Rector de la universidad salvadoreña José Simeón Cañas (UCA).
En el proceso de paz en San Salvador, 1989, es asesinado por un escuadrón
militar. Entre sus obras se encuentran Hipótesis para una historia de la Iglesia en América Latina
(1967). Para una ética de la liberación latinoamericana (1973-1980). Los obispos latinoamericanos y la liberación de los
pobres (1979). Metáforas teológicas de Marx (1993). Ética de la liberación en
la edad de la globalización y de la exclusión (1998).
[6] Citado en
Saranyana, Joseph-Ignasi. Cien años de Teología en América Latina (1899-2001).
Bogotá D.C.: CELAM, 2005.
[7] Nace en Brasil
1938. Doctor en teología por la universidad de Munich. Profesor de teología
sistemática en la universidad de Petrópolis. Profesor emérito de
espiritualidad, ética y teología en la Universidad de Río de Janeiro. Entre sus obras se
encuentran Jesucristo liberador (1974). Teología del cautiverio y de la
liberación (1978). Jesucristo y la libración del hombre (1981). Iglesia:
carisma y poder (1982). La
Trinidad , la sociedad y la liberación (1987). Ecología. Grito
de la tierra. Grito del pobre (1996). Mística y espiritualidad (1996). El
águila y la gallina. Una metáfora de la condición humana (1998).
[8] Boff, Leonardo.
Teología bajo el signo de la transformación. En: Tamayo, Juan José – Bosch,
Juan (eds). Panorama de la teología latinoamericana. Estella (Navarra): Verbo
Divino, 2001. P. 174.
[9] Nace en Brasil
1933. Doctor en teología. Miembro del Consejo Mundial de Iglesias. Perteneció a
la Iglesia Presbiteriana.
Es uno de los significativos representantes de la TL en el campo protestante. Entre sus obras se
encuentran El pueblo de Dios y la libración del hombre (1970). Función
ideológica y posibilidades utópicas del protestantismo latinoamericano (1971).
Cristianismo, ¿Opio o liberación? (1973). La nueva frontera de la teología en
América Latina (1977).
[10] Citado en
Tamayo-Acosta, Juan José. Para comprender la teología de la liberación. Estella
(Navarra): Editorial Verbo Divino, 2000. P. 194.
[11] Nace en
Argentina 1924. Ministro de la Iglesia
Evangélica Metodista. Doctor en teología. Asiste al concilio
Vaticano II como observador. Entre sus obras se encuentran Teología y
liberación (1970). Pueblo oprimido señor de la historia (1972). La piedad
popular en América Latina (1974). ¿Quién es Jesucristo hoy en América Latina?
Cristianismo y Sociedad (1975). La nueva frontera de la teología (1977).
Compromiso cristiano ante el sufrimiento (1984).
[13] Nace en
Montevideo 1934. Pastor. Doctor en ciencias de la religión. Entre sus obras se
encuentran Hacia la Iglesia
de los pobres (1983). Ecumenismo y libración (1997). La práctica económica como
religión. Crítica teológica a la economía política (1991).
[14] Santa Ana,
Julio de. Entre el pasado y el presente. En: Tamayo, Juan-José – Bosch, Juan.
Op. Cit. P. 550.
[15] Citado en
Turriago Rojas, Daniel. Monseñor Romero: Un cristiano en la historia de América
Latina. S.p.i. P. 8-9.
[19] Para el historiador Andrea Ricardi, la doctrina social de
la Iglesia “no es una tercera vía entre capitalismo librecambista y
colectivismo marxista…no es ni siquiera una ideología, sino la formulación
cuidadosa de los resultados de una atentar reflexión sobre las complejas
realidades de la existencia del hombre, en la sociedad y en el contexto
internacional, a la luz de la fe y de la tradición eclesial”. En: El poder del
Papa. Madrid: PPC, 1997.
[20] Congregación
para la doctrina de la fe. Istruzione su libertá cristiana e liberazione.
Ciudad del Vaticano, 1986. P.47.
[22] Girardi, Giulio. El templo condena el evangelio. El
conflicto sobre la teología de la liberación entre el Vaticano y la Clar.
Madrid: Nueva Utopía, 1994. P. 199.
[23]
Lacoste, Jean-Yves (Director). Historia de la teología. Buenos Aires: Edhasa,
2011. P. 375.
[24] Sobre esta
actitud el historiador, Juan María Laboa, afirma, desde el Pontificado de Juan
Pablo II (1978-2005), se cambiaron “jerarquías enteras sin tener en cuenta el
parecer del pueblo creyente ni de los obispos del país y nombró obispos de una
línea, siempre la misma, para cambiar mayorías en las conferencias episcopales.
En cierto sentido, el papa itinerante se convirtió en una especie de
superobispo…las conferencias episcopales nacionales no lograron actuar
autónomamente y a los sínodos episcopales no se les permitió convertirse en un
órgano participativo de consejo y gobierno”, protegió a los movimientos y
grupos de laicos pero de una teología profundamente tradicional. En: Historia de los Papas. Madrid: La esfera
de los libros, 2007. P. 512.
[28] Groody, Daniel G. Globalización, espiritualidad y
justicia. Estella (Navarra): Editorial Verbo Divino, 2009. P. 318.
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