LA SISTEMATIZACIÓN DE LA HERENCIA VICENTINA
(1660- 1703)
Por: Sem. Isaias Rolon Bautista
1.
LA
CONGREGACIÓN DE LA MISIÓN EN 1660.
San
Vicente había sido uno de los máximos protagonistas de la tercera
evangelización; esta se produjo posterior a la época de las dos reformas,
caracterizada por, la tentativa búsqueda de efectuar una cristianización
completa a través de la total uniformidad religiosa, la disciplina, el
confesionalismo y el proselitismo de masas. La primera había sido la de la era
apostólica. La segunda puede considerarse, la constantiniana y la germánica.
Vicente
participó de la hazaña de la reconquista católica con la doble arma de la
predicación misionera y de la caridad. Además de la creación de una densa red
de Seminarios, como respuesta a una necesidad que a los ojos de San Vicente era
urgente.
A
su muerte había misiones en Madagascar y en las islas Hébridas, de manera que
se observa con claridad el gran despliegue misionero que ha tenido la Misión hasta
este momento no se estaba limitando a un territorio, sino que su visión era ir
más allá de la fronteras.
Cabe
destacar que en 1660 La Comunidad era compacta, es decir, tenía una
organización excepcional. Era Pequeña pero sólida, bien estructurada en el
orden espiritual, también en lo material contaba con el apoyo de importantes
personajes de la sociedad de la época.
La
estructura legal fundamental estaba asegurada. Si tenemos en cuenta que
jurídicamente contaba con todas las aprobaciones requeridas para evangelizar no
solo en Francia sino también en cualquier lugar del mundo, además se había
conservado la tradición espiritual que había iniciado San Vicente. La Congregación
de la Misión, era una realidad en la Iglesia.
La
Congregación tenía ministerios bien definidos: misiones en los campos y
seminarios en los que se evangelizaban y formaban los futuros sacerdotes de la
Iglesia; La Pequeña Compañía gozaba de buena estima, era reconocida ante la
sociedad por su carisma específico que a la vez incitaba a una transformación
en el seno de la Iglesia; San Vicente había proyectado la mejor imagen, esta
era la prenda de garantía, su espíritu era el mejor patrimonio con el que contaba
la Congragación ejercía un papel propio.[1] A
este momento la Misión contaba con un
buen número de misioneros, esto indica
que la Congragación era influyente y atrayente pera los jóvenes que
vocacionalmente se sentían llamados al Servicio en la Iglesia.
“En
aquel momento, las provincias eran seis: Francia, Poitou, Champagne, Aquitania,
Saboya e Italia. Polonia no estaba representada todavía. Pero la división no
era rígida. Los Visitadores, por ejemplo, no residían en sus Provincias; el
paso de misionero de una Provincia a otra era cosa común. De ese modo se
combinaban unidad y eficacia.”[2]
En
este documento hablaremos de los primeros superiores generales contando sus
principales incidencias en la vida de la Congregación.
2. P. RENÉ ALMERAS. (1661-1672)
2.1 Biografía
Nació
en Paris el 5 de febrero de 1613, su familia tenía cierto relieva social. Su
padre había sido secretario de Enrique IV
y de María de Medicis, contralor general de correos, este era uno de los
cargos de más prestigio de la época; en principio se había opuesto a la
vocación de su hijo, al final de su vida se sintió conquistado por los
misioneros y a los 81 años entró él mismo a la Congragación. Almeras a los 24
años era miembro del Gran Consejo, tribunal jurídico de la época. Fue admitido
en la Congregación en 1637. Se entregó sin reserva, pero el exceso de celo
perjudicó su salud. Se le encomendó la visita de varias casas de la
Congregación, más tarde fue nombrado superior en Roma. Fue superior del
Seminario de San Carlos, asistente General y Visitador de Poitou. Era un hombre
de carácter, franco, inicialmente se opuso a la introducción de los votos en la
Congregación. Fue un Hombre de toda confianza
de S.V. eficaz y hábil. Paternal, benigno y Paciente.
2.1 Generalato
Su
periodo inicia en 1660 como consecuencia de la muerte del fundador de la
Misión. Es importante señalar que el mismo San Vicente lo supo formar para que
lo sucediera en el cargo, tanto así que dejó escrito su nombre en una papeleta
para que lo tuvieran en cuenta en el momento de la elección. En su gobierno contó
con la ayuda de tres asistentes: Juan Dehorgny, Tomás Berthe y Edmundo Jolly. Durante
su generalato “la Congregación consolidó todas sus posiciones en Francia,
Italia, Polonia y las Islas Británicas y avanzó en la carrera apostólica con
110 sacerdotes y 120 hermano coadjutores.”[3]
Con este importante número de misioneros se produjeron fundaciones
significativas, tales como: Lyon, Metz, Nápoles, Versalles y
Fontainebleau. En la Asamblea de 1668 a
la que asistieron 19 miembros, fue convocada
no para elegir al Superior General sino para discutir asuntos referentes al
Gobierno de la Congregación. En la misma se establece: la perpetuidad del gobierno del general, con poderes muy amplios
sobre toda la Congregación y se afirma
la superioridad de la Asamblea sobre el Superior General. Como datos
estadísticos de su generalato queda el ingreso a la comunidad de 210 Sacerdotes
y 120 hermanos.
Defendió
a la Congregación de posibles deserciones,
Fomentó la incorporación. Y dio la apertura del Seminario Interno en Lyon
(1617)
Almeras
se destacó en su gobierno por su capacidad de consejo y prudencia. Era un
hombre metódico y que conocía profundamente el pensamiento del fundador.
Llamaba a las cosas y a las personas por su nombre. Lo podía hacer porque
conocía las fortalezas y las debilidades de sus hombres. Si bien era enérgico.
Escucha a las personas. Muy detallista, era creativo y emprendedor.[4]
2.2 Preocupaciones y logros
Con
los colaboradores ya mencionados tomó una serie de iniciativas de cierta
importancia: La primera fue la preparación de una BIOGRAFÍA del Fundador. El abundante material recogido por el
hermano Ducourneau y el P. Francisco Fournier, fue confiado a Luis Abelly.La Biografía fue redactada
con criterios de su época, San Vicente aparece como un personaje modelo.
El
segundo gesto fue la publicación en 1666 de un documento sobre el modo de
predicar. Según Almeras la predicación debe tener tres partes: el exordio, el
cuerpo del discurso y la conclusión. El núcleo principal del discurso se divide
en tres: los motivos, la definición y los medios. Llego a afirmar que en la
vida del misionero era importante: primero la Biblia, segundo las Reglas
Comunes y tercero, la Biografía del Fundador.
Para
juzgar el generalato de P. Almeras hay que preguntarse si su gobierno se limito
a la pura conservación o si por el contrario se puede descubrir su liderazgo: La
primera y dolorosa sin duda fue la decisión de retirarse de Madagascar; no
había producido más que lutos, naufragios y decepciones. La segunda fue la de
continuar aceptando seminarios: Metz (1661); Ameins (1662); Troyes (1662);
Noyon (1662); Saint Brieuc (1666); Narbona (1671) para sus once años de
generalato, uno por cada dos años. La tercera opción fue la de aceptar las capellanías
y parroquias reales. Se comenzó por Fontainebleau Versalles. Poco a poco la
Congregación se vio enviscada en sus relaciones con el poder. Era una ventaja.
Pero tenía un precio muy alto. Logró la exención de la autoridad de los
obispos. Consiguió la redacción y aprobación pontifica de las constituciones, la
indispensabilidad de los votos, la aprobación pontificia de las Hijas de la
Caridad, la redacción definitiva de las Reglas de las Hijas de la Caridad; El
reglamento de Asambleas, de las Misiones y seminarios. Elaboró un manual de
ceremonias romanas y un método de predicar. Instituyó el 15 de agosto el día de
la consagración de la Compañía a la Santísima Virgen.
3.1Biografía
Edmundo
había nacido en Doue en la diócesis de Meaux en 1621. Fue admitido a la
comunidad en 1646, tenía 25 años, elegido general a la edad de 52 años. Fue
Visitador extraordinario de Francia, había sido colaborador directo de San
Vicente. En 1661 fue nombrado asistente de San Lázaro, y en 1672 Vicario
General. Entre sus características se dice que era firme, no acomodado,
conservador, inflexible. Flexible ante la autoridad real. Aunque era un hombre
duro, también era un hombre trabajador, preocupado por los cohermanos y que
daba seguridad.
3.2 Orientaciones a la Congregación
de la Misión.
Su
gobierno se inspiró en el modelo absolutista reinante, reforzando el
centralismo y el verticalismo. Durante su dirección cambió visitadores y
superiores. Entretanto en su generalato entraron a la comunidad 1062
misioneros. Quería que quedara muy claros dos puntos: primero, los misioneros
están bajo la autoridad del Superior General, y debían recibir una pensión
suficiente. Segundo, se reguló el uso de las vestimentas y ornamentos Se
celebraron tres Asambleas Provinciales (1673, 1685 y 1692.) Defiende las
desviaciones contra la fe. En síntesis quiere una uniformidad para la
Congregación. Ante la corte pontificia negoció la cuestión de los votos, la
interpretación del voto de pobreza, la aprobación de las Hijas de la Caridad y
la unión del priorato de San Lázaro.
Con
la elección de los Seminarios. Jolly condicionó gravemente el futuro. Por una
parte, facilitó el reclutamiento y, por otra hizo posible la creación de un
modelo de formación grato a los obispos. Nació así el Seminario Vicenciano, más
a propósito para formar gregarios que caudillos, buenos formadores, más que
intelectuales refinados.
Jolly
es fue el primer superior general que envía una circular de tipo informativo a
la Congregación. En su generalato se fundaron 40 casas.
Ingresaron 814 sacerdotes y 248 hermanos.
3.3 Asamblea General de 1685
Fueron
26 delegados, en representación de las cinco provincias francesas, uno de
Italia y uno de Polonia. En ella se continuaron tomando decisiones muy
minuciosas para velar sobre la uniformidad.la Asamblea se ocupó también del
problema del quietismo. Para evitar que se caiga en él se reafirmó que no se
podía seguir el método de la oración de la quietud. A petición de los
representantes italianos, se nombró un asistente de dicha región. En dicha Asamblea
fue constituida la Provincia de Polonia.[5]
3.4 Sus últimos años.
En
sus últimos años tuvo que enfrentar diversos quebrantos de salud. Es decir que
con su muerte se cerraba el tercer generalato. A diferencia de otras
Comunidades, la Congregación de la Misión estaba sólidamente implantada en
Francia, Polonia e Italia. Este éxito se debe en gran medida a los votos que
profesaban los misioneros, esto e su vez permitía la solidez y la estabilidad,
a su vez garantizaba le defensa del carisma de la comunidad.
La
elección de las parroquias reales, la elección de los seminarios, la aceptación
de Fontainebleau; sentó un precedente peligroso. Desde el mismo momento la
Congregación quedó vinculada a la monarquía francesa. Por si fuera poco surgió
el problema de las relaciones con Roma. (El Papa y el Rey Sol de Francia.)
Jolly no tomo partido; Se reconoce su habilidad.[6]
4. P. NICOLAS PIERRON (1697-1703)
4.1 Primera crisis: su elección
Después
de su muerte, el 26 de marzo de 1697, vino la elección de su sucesor, que
resultó ser accidentada. El P. Jolly, según la costumbre, dejó el nombre de
Mauricio Faure, no francés sino saboyano, como su sucesor. Se suponía que este
sería elegido Superior General.
El
Cardenal Arzobispo de París, a instancias de algunos miembros de la C.M.
franceses, hizo que Luis XIV vetara su elección, que se comunicó a la Asamblea
por parte del P. Hebert, párroco de Versalles.
El
rey manifestó que no aceptaba para la Congregación un Superior General que no
fuera francés. La Asamblea, por lo mismo, eligió a Nicolás Pierron. El Papa
Inocencio XII confirmó mediante un breve este nombramiento, quedando así
sellado el asunto, pero quedando del mismo modo una zanjada una cuestión que
prácticamente hasta hoy perdura: una tensión entre bloques (francés, italiano,
español y más tarde, americano).
Se
produjo la reacción indignada de los polacos e italianos, alegando que se privaba
de libertad para elegir en la Asamblea. Los franceses alegaron el derecho de
veto de los soberanos en la elección del Papa.
Se
produce empate de votos entre Pierron y Waterbled. Luego se nombraron nueve compromisarios (cinco
son franceses) que eligieron a Pierron (cinco contra cuatro).
Se
puede suponer que hubo una crisis interna y algo más. El enfrentamiento de dos
posturas: Primero, los que veían a la C.M. como Congregación francesa que tenía
casas fuera de Francia. Estos eran quienes querían conservar la hegemonía de
los franceses.
Segundo,
Los que veían a la C.M. como Congregación internacional, cuyas partes tenían
igualdad de derechos en todo lugar. Evidentemente en este periodo la
Congregación ya era internacionalmente conocida.
La
elección de Pierron fue un error, porque la C.M. se cerró en una concha
nacionalista y esto tuvo consecuencias: Antagonismo Italo-francés que dará
origen a otros durante los siglos XVIII y XIX.
Tras
su elección inmediatamente la Provincia de Italia recurrió a Roma pidiendo la
anulación de la elección. Roma declaró válida la elección, pero indicó que de
acuerdo con las Constituciones el Superior General podía ser de otro país
(Breve de pacificación de Inocencio III).
Pierron
presentó su dimisión por enfermedad (27 de agosto 1703), aprovechando la
Asamblea sexenal, que hizo fuera general. Corriendo los años, Etienne llegará a
decir que esta Asamblea fue no-constitucional. Quince días después de esta
dimisión muere Pierron.
4.2 Sus directrices y su
espiritualidad
El último de los
superiores generales que conoció a San Vicente. Con él desaparecen de la escena los misioneros que han
conocido personalmente a San Vicente. Pierron era Profesor de Filosofía
en San Lázaro.
Duró
exactamente seis años y en ella se hicieron tres fundaciones y fueron admitidos
253 Sacerdotes y Clérigos y 80 hermanos.
Entre sus circulares se destacan las escritas
sobre el modo de rezar el oficio divino y sobre el método de hacer los exámenes
particulares.
Pierron
reúne documentos e
inicia el proceso de beatificación de S.V. resaltando así el contraste con su
antecesor quien no avanzó en el proceso. Prevención del quietismo. Lucha enfáticamente contra la doctrina
jansenista. Da importantes instrucciones sobre los votos de las Hijas de la
Caridad. Se fundaron tres casas durante su mandato, ingresaron la Congragación
de la .Misión. 257 nuevos sacerdotes y 80 hermanos
4.3 El proceso de Beatificación de
San Vicente
Abelly
la había insinuado en su biografía. Almeras se había preocupado de recoger
textos y reliquias. Jolly avanzó muy poco en el proceso. Pierron reúne
documentos importantes, fue en la Asamblea General de 1697 cuando se pidió que
se iniciase el proceso.
4.4 La Congregación de la Misión en
1703.
Terminado
este periodo de la sistematización de la herencia vicentina es importante
resaltar algunos logros que son bien relevantes para el futuro de la Misión. Se
conserva el espíritu del fundador, el gran aumento vocacional es un dato que
llama la atención, acá se destacan varios elementos: La magna figura de San
Vicente, el entusiasmo propio de la época,
y la cercanía con el pobre; el servicio en los seminarios aumentó
notoriamente. Los obispos pedían ya que necesitaban implantar el pedido de
Trento y no contaban con personal calificado; se observa el aumento en el número
de obras, (misiones, seminarios) parroquias, parroquias reales colegios etc.
Se
puede tildar este como un periodo en el que faltó un pensamiento crítico social
con respecto a la dignificación del pobre. Ante los reclamos populares por una
vida más digna y libre, la C.M se mantiene bastante al margen. Además, la misma
cercanía con la monarquía y el estar a cargo de los seminarios fortalecía en
parte un pensamiento conservador.[7]
BIBLIOGRAFÍA
MEZZADRI LUIGI,
C.M. ROMÁN JOSÉ MARÍA, C. M. Historia de
La Congregación de La Misión. Editorial La Milagrosa. Madrid, 1992.
HERRERA JOSÉ,
Historia de La Congregación de La Misión. Editorial La Milagrosa. Madrid. 1949.
CLAPVI. Año
XXXIX Nº144. Mayo- Agosto 2013.
[1]MEZZADRI
LUIGI, C.M. ROMÁN JOSÉ MARÍA, C. M.
Historia de La Congregación de La Misión, Madrid, PP.87-89.
[2]
Ibíd. pp.89-90.
[3]
HERRERA JOSÉ, Historia de La Congregación de La Misión. Editorial La Milagrosa.
Madrid. 1949. pp.149-150.
[4] CLAPVI.
Año XXXIX Nº144. Mayo- Agosto 2013. Pág.300.
[5]
CLAPVI. Año XXXIX Nº144. Mayo- Agosto 2013.Pág.312.
[6]
MEZZADRI LUIGI, C.M. ROMÁN JOSÉ MARÍA,
C. M. Historia de La Congregación de La Misión, Madrid, PP 108-110.
[7]
CLAPVI. Año XXXIX Nº144. Mayo- Agosto 2013. Pág. 323-324.
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