* Archidiócesis de Madrid (15 mártires)
. Casa de Vallecas:
1- Sor Dolores Úrsula Caro Martín
2- Sor Concepción Pérez Giral
3- Sor Andrea Calle González
Las obligaron a dejar las obras caritativas de la Casa de Misericordia de Albacete y salir hacia Madrid, después de haberlas exigido vestir de seglares para hacer desaparecer todo signo religioso. Se vistieron de seglares, sí, pero se les notaba lo que eran. El cambio consistió en sustituir el hábito por una sencilla bata de percal, la toca por un pañuelo o la desarreglada melena. Sor Dolores, Sor Andrea y Sor Concepción decidieron no despojarse de su querido rosario, habían encontrado en él y en la Eucaristía celebrada clandestinamente en el sótano refugio la fuerza para ser testigos en medio de la persecución.
Sor Dolores y Sor Concepción lo llevaban en la cintura, debajo del vestido de seglar y Sor Andrea, la más joven, puesto como collar. Por este detalle fueron reconocidas como “monjas” al bajarse del tranvía cuando llegaron al pueblo de Vallecas para dejar a Sor Concepción en casa de un tío suyo que no quiso recibirlas. Primero las apedrearon, después las condujeron al Ateneo Libertario del pueblo donde fueron acosadas, insultadas y detenidas. Durante varias horas sufrieron provocaciones inmorales por parte de los miembros del tribunal integrado por cinco milicianos republicanos. Seguidamente separaron a las dos más jóvenes de Sor Mª Concepción y las llevaron a una celda de la checa ubicada en el Colegio de las Religiosas Terciarias de la Divina Pastora. Allí, unos milicianos atrevidos y desvergonzados sometieron a Sor Dolores y Sor Andrea al terrible martirio de la violación.
Seguidamente las llevaron a Los Toriles, como si fueran toros de miura. Allí las torearon y arrastraron mofándose de ellas un grupo numeroso de niños, jóvenes y milicianos adultos. Por último acabaron con su vida con un tiro que atravesó el cráneo, a Sor Dolores en el parietal izquierdo y a Sor Andrea en el derecho. A Sor Mª Concepción en lugar de torearla materialmente lo hicieron moralmente con provocaciones obscenas. Al final sufrió el tiro final en el cráneo, junto a la vía del tren en el término llamado del Pozo del Tío Raimundo, no sin antes proferir un grito fuerte como Cristo en la cruz. Como Él puso su vida en las manos del Padre y gritó: “Viva Cristo Rey”. Era el 3 de septiembre de 1936. Sus cuerpos fueron enterrados en el cementerio de Vallecas, pudieron ser reconocidos y rescatados en 1941.
. Casa de Leganés:
4- Sor Melchora Adoración Cortés Bueno
5- Sor María Severina Díaz-Pardo Gauna
6- Sor Dolores Barroso Villaseñor
7- Sor Estefanía Saldaña Mayoral
8- Sor María Asunción Mayoral Peña
Estas cinco Hijas de la Caridad al ser expulsadas de Leganés, se refugiaron en la Pensión de Doña Petra Saldaña, hermana de Sor Estefanía. Allí fueron delatadas a los milicianos de la F.A .I. por dos antiguas alumnas. Por tres veces confesaron que eran Hijas de la Caridad durante los registros y por este motivo fueron fusiladas junto a la Puerta de Hierro de Madrid, la noche del 12 de agosto de 1936 en presencia de la misma Doña Petra Saldaña y su yerno D. Santiago Rico. Previamente les había ofrecido hacerse maestras o enfermeras del Socorro rojo, renunciando a su condición de Hijas de la Caridad , oferta que ellas rehusaron prefiriendo sellar su vocación con su propia sangre.
. Carretera de Toledo:
9- Sor Modesta Moro Briz
10- Sor Pilar Isabel Sánchez Suárez
Al ser expulsadas de la Casa de Santa Cristina, se refugiaron en la Casa Provincial de Martínez Campos a cuya Provincia pertenecían. Esta casa se encontraba convertida en Hospital, pero al ir aumentando el número de refugiados, la Hermana Visitadora en funciones se vio forzada a enviar alguna Hermana a distintas pensiones. Sor Modesta y Sor Pilar Isabel, que eran jóvenes, se ofrecieron a salir las primeras, sacrificando su propia seguridad. Informadas de que en la Casa Provincial se celebraba a diario la Eucaristía y deseando participar de ella, intentaron volver a la Casa Provincial para celebrar la fiesta de Todos los Santos. Al salir de la pensión de la Calle del Prado, 12, hacia la Casa Provincial , fueron sorprendidas por los milicianos del Ateneo Libertario de Vallecas e identificadas como Hijas de la Caridad al ser preguntadas por su condición. Este fue el motivo de su fusilamiento en el entonces kilómetro 6 de la carretera de Toledo. Era el 31 de octubre de 1936 por la noche.
. Las Vistillas:
11- Sor Josefa Gironés Arteta
12- Sor Lorenza Días Bolaños
Un grupo de milicianos fue a buscarlas a la pensión en la que se encontraban. Sus nombres estaban en la lista negra de los denunciados. Fueron apresadas y detenidas por celadores de los hospitales donde habían prestado su servicio caritativo, seguidamente llevadas a una checa o lugar de suplicio, atormentadas vilmente por confesar su fe y ser fieles a su vocación, y finalmente martirizadas en el parque de las Vistillas de Madrid el 17 de noviembre de 1936. Allí fueron encontrados sus cadáveres.
. La checa:
13- Sor Gaudencia Benavides Herrero
Destinada en Madrid, en el Asilo del Niño Jesús de Alburquerque. Detenida y llevada de cárcel en cárcel sin imputársele más cargo que el ser Religiosa, enfermó gravemente por los malos tratos y llena de úlceras, fue dada de alta precipitadamente para evitar que se muriera en la cárcel. Desde la cárcel de Ventas fue conducida al Hospital de San Luis de los Franceses donde falleció perdonando a sus enemigos. Tenía 58 años cumplidos. Era el día 11 de febrero de 1937.
. Del camino:
14- Sor Juan Pérez Abascal
15- Sor Ramona Cao Fernández
Expulsadas del sanatorio de El Neveral, fueron detenidas y calumniadas de robo en Jaén. Al ser juzgadas no se pudo probar la acusación y fueron puestas en libertad, pero no encontraron lugar de refugio en aquella ciudad y se vieron obligadas a trasladarse a Madrid en un tren lleno de presos políticos. A pesar de sentir miedo, antes de renegar de su fe, subieron al tren en Alcázar de San Juan, en medio de insultos y un tumulto feroz. Iban vestidas de enfermeras de la Cruz Roja pero conservaron su rosario de Hijas de la Caridad debajo del uniforme de enfermeras. Este hecho las identificó como Hijas de la Caridad y fue la razón de su martirio en la matanza del llamado primer tren de la muerte. Al ser sacadas del tren fueron arrastradas por el suelo, insultadas y finalmente fusiladas por su condición religiosa en el Pozo del Tío Raimundo, el 12 de agosto de 1936.
* Archidiócesis de Valencia (12 mártires)
. Llosa de Llanes:
16- Sor Josefa Martínez Pérez
Su alma generosa tuvo ocasión de demostrarse tal con motivo de la detención de su cuñado. Se presentó Sor Josefa a los milicianos republicanos diciendo: “Sacadlo a él y matadme a mi, que él tiene tres chiquillos”. Su cuñado fue asesinado, pues la hora de Sor Josefa no había llegado todavía. Fue el 14 de octubre de 1936, a las seis de la tarde, cuando los milicianos se llevaron a Sor Josefa y a su hermana, ya viuda, y quedaron encerradas en la cárcel del pueblo. A las once de la noche abrieron el calabozo y dieron libertad a su hermana. Abrieron de nuevo el calabozo y en un camión iban hacinadas Sor Josefa y tres de sus compañeras de prisión más un hombre. El camión se paró en el puente de los perros, donde tuvo lugar el martirio de Sor Josefa y dos mujeres más.
17- Sor Isidora Izquierdo García
18- Sor Josefa Laborra Goyeneche
19- Sor Estefanía Irisarri Irigaray
20- Sor María Pilar Nalda Franco
21- Sor María Carmen Rodríguez Barazal
El 21 de julio de 1936 irrumpieron los rojos en la residencia de las Hijas de la Caridad , les hicieron salir de casa y se hospedaron en casa de una tal Juanita, antigua alumna del asilo. A principios de agosto el comité les pasó aviso de que tenían que marcharse del pueblo. El 11 de agosto se marcharon todas a Valencia, sin rumbo de hospedaje fijo, pasando la primera noche en un garaje.
Hallaron por fin acogida en una pensión. Con ellas iba una muchacha llamada Dolores Broseta, que las servía y favorecía con todo el afán. Dolores iba a Bétera y volvía a Valencia, trayendo y llevando lo que necesitaban las Hermanas. En uno de esos viajes un individuo (alcalde que fue de Bétera cuando vino la República y que tuvo dos hijas educándose en el asilo) que, por excepción, odiaba a las Hermanas, siguió a la muchacha todo el día, y cuando ésta tomó el tren para Valencia, avisó por teléfono a uno de sus compinches, el cual en un taxi la vigilaba de lejos, hasta que volvió a la casa donde estaban las cinco Hermanas. Media hora después llamaban a la puerta y les conminaban la orden de dejarlo todo (estaban cenando) y subir en un coche que habían preparado. Eran las nueve y media de la noche del día 8 de diciembre. Nunca más se supo de ellas.
Al estallar la Guerra , la Comunidad de Segorbe fue despedida del Hospital. Ella y las Hermanas se refugiaron en la casa de una antigua alumna, donde vivían como presas. Amenazadas de muerte varias veces y viendo que el martirio era una realidad cercana, ella aconsejó la preparación inmediata. Se confesaron por escrito con un sacerdote que vivía enfrente de ellas clandestinamente y les dio la absolución a través del cristal de su ventana. Esto sucedió la víspera de su martirio el 4 de octubre de 1936. Ese día, al saber que era apresada para morir, se puso el santo hábito y seguidamente fue conducida en un camión al lugar del martirio, en la carretera de Algar de Palancia. Ella misma pidió no proseguir más lejos para efectuarlo. Previamente se arrodilló, encomendó su alma a Dios, rezó por sus perseguidores y les ofreció públicamente su perdón. Después pidió morir de frente, con los brazos en cruz y el crucifijo entre los dedos de su mano derecha. Antes de recibir los disparos confesó su fe así: "Creo en las palabras de Cristo: "Quien me confesare delante de los hombres, también yo le reconoceré delante de mi Padre"". Los milicianos que dispararon habían sido socorridos por ella en el Comedor de Caridad que había fundado.
24- Sor Victoria Arregui Guinea
Al llegar la persecución de 1936, fue dispersada la Comunidad de Beneficencia de Valencia. Ella se refugió con Sor Victoria en el pueblo cercano de Foyos, en la casa familiar de una Hermana. Allí fueron localizadas y apresadas. Llevadas ella y Sor Victoria a la sede del Comité comunista, fueron sentenciadas a muerte por su condición religiosa, juntamente con dos sacerdotes que habían celebrado la Eucaristía clandestinamente en su refugio, D. José Ruiz y D. Antonio Bueno. Sor Joaquina se defendió con argumentos sólidos antes de aceptar la condena a muerte sin cargos ni juicio previo. Y antes de ser fusilada en la tapia del cementerio de Gilet, arrebató con viveza el arma al verdugo que intentó violarla antes de disparar. Entonces uno de los sacerdotes compañero de martirio, D. José Ruiz, le dijo que no perdiera la ocasión de entrar triunfante en el Cielo. Reflexionó, entregó el arma y pidió perdón públicamente por su cobardía. Seguidamente pidió la absolución a D. José, ofreció el perdón a sus perseguidores y aceptó los tiros de muerte mientras gritaba juanto a Sor Victoria: "Viva Cristo Rey". Era el 29 de octubre de 1936, al amanecer.
25- Sor María Rosario Ciércoles y Gascón
26- Sor Micaela Hernán Martínez
27- Sor María Luisa Bermúdez Ruiz
Estallada la persecución de 1936, fue expulsada y dispersada la Comunidad del Asilo de San Eugenio de Valencia. Sor Rosario, Sor Micaela y Sor María Luisa se fueron a Puzol (Valencia), a la casa de un familiar de una Hermana. Allí estuvieron muy vigiladas y amenazadas por los miembros del Comité Comunista del pueblo. En la casa estaba también refugiado un sacerdote que celebraba la Eucaristía clandestinamente. El 17 de agosto de 1936 fueron apresadas y conducidas al Comité, juntamente con el sacerdote. Sor Rosario intentó defenderse y defender a sus Hermanas, pero no logró nada. Las tuvieron toda la noche limpiando las dependencias y a la mañana siguiente, al amanecer, las martirizaron moral y físicamente, debajo de un limonero cerca del cementerio de Benavites (Valencia), acribillando su cuerpo con tiros de metralla.
* Archidiócesis de Barcelona (2 mártires)
29- Sor Dorinda Sotelo Rodríguez
Ambas fueron martirizadas en el Tibidabo de Barcelona el 24 de octubre de 1936, víspera de Cristo Rey. El director médico del Sanatorio donde trabajaban las refugió en su casa de Barcelona, figurando ambas como empleadas del hogar, pero fueron denunciadas como Religiosas e inmediatamente conducidas al lugar del martirio.
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