MIÉRCOLES DE CENIZA
INTRODUCCIÓN
Hermanos y hermanas, unidos a la
Iglesia Universal, iniciamos hoy los cuarenta días de preparación para la
celebración de la Pascua de la resurrección del Señor, que es la fiesta más
grande de la fe. Empezamos un tiempo que pone el énfasis en la conversión, una
etapa del año en la que nos ejercitamos en la renuncia al mundo, a la carne, al
pecado y al demonio; tiempo en que la Iglesia manda la penitencia, que consiste
en oración, abstinencia y caridad, acompañados del arrepentimiento por nuestros
pecados. Así nos unimos a la muerte de Cristo, para resucitar con él, al mismo
tiempo que nos fortalecemos en él para vencer al mal en nuestras vidas.
La ceniza que hoy vamos a imponer sobre
nuestra cabeza como signo de penitencia, nos recuerda que este mundo material y
temporal es pasajero y no vale la pena depender de él. Mientras que hay que
someter todo a la vida nueva y eterna que Cristo nos regaló el día del
Bautismo, por los méritos de su gloriosa Pasión y Resurrección. Dispongámonos a
participar con atención.
Canto o silencio
BENDICIÓN:
En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Monición de entrada.
«Conviértanse y crean en
el Evangelio», ésa es la invitación que Jesús nos hace hoy a través de la Iglesia.
Convertirse quiere decir
volverse hacia Dios. Supone más un dirigirse hacia Alguien que llama que un
desprenderse del egoísmo y optar por una nueva concepción de la vida. Para
acoger un mensaje, hay que elevar ante todo los ojos hacia el mensajero.
Por este motivo, Jesús
hizo una llamada a la conversión en el momento en que iba a anunciar a los
hombres la Buena Nueva del Reino de Dios, y Pedro reitera esa misma llamada el
día de Pentecostés. La conversión, a la que somos invitados, consistirá, ante
todo en una intensificación de nuestra relación personal con Jesús.
Oración colecta
Padre bueno, Concédenos
poder inaugurar con este ayuno santo la vigilancia propia de nuestro combate
cristiano, para que el vigor que comunica a nuestro ser la austeridad de la
Cuaresma afirme nuestra fortaleza en la lucha cotidiana contra el mal y en el
progreso de la virtud. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
CELEBRACIÓN DE LA PALABRA
DE DIOS
Monición.
El llamamiento que hace
el profeta Joel al pueblo de Dios para una celebración comunitaria de
penitencia y su alusión a la conversión íntima nos dispondrán a escuchar la
invitación de San Pablo, que nos pide "por Cristo, que nos dejemos
reconciliar con Dios», pues «ahora es el día de la salvación». Al ver seguidamente
en Jesús con qué espíritu se debe hacer la limosna, la oración y el ayuno,
descubriremos que no es la Iglesia quien ha elaborado las diversas modalidades
de penitencia, sino que las ha recibido de su Señor.
Del libro del profeta
Joel (2, 12-18)
Dice el Señor
todopoderoso: Convertíos a mi de todo corazón: con ayuno, con llanto, con luto.
Rasgad los corazones no las vestiduras: Convertíos al Señor Dios vuestro;
porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad, y se
arrepiente de las amenazas. Quizá se convierta y se arrepienta y nos deje
todavía la bendición, la ofrenda, la libación del Señor nuestro Dios. Tocad la
trompeta en Sión, proclamad el ayuno, convocad la reunión; congregad al pueblo,
santificad la asamblea, reunid a los ancianos, congregad a muchachos y niños de
pecho. Salga el esposo de la alcoba; la esposa del tálamo. Entre el atrio y el
altar lloren los sacerdotes, ministros del Señor, diciendo: «Perdona, Señor,
perdona a tu pueblo, no entregues tu heredad al oprobio; no la dominen los
gentiles, no se diga entre las naciones: «¿Dónde está su Dios?» Que el Señor
sienta celo por su tierra y perdone a su pueblo.
Palabra de Dios.
Salmo 50
R. Misericordia, Señor: hemos pecado.
Misericordia, Dios mío,
por tu bondad,
por tu inmensa compasión
borra mi culpa.
Lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R.
Pues yo reconozco mi
culpa,
tengo siempre presente mi
pecado.
Contra ti, contra ti sólo
pequé. R.
Oh Dios, crea en mí un
corazón puro,
renuévame por dentro con
espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu
rostro,
no me quites tu santo
espíritu. R.
Devuélveme la alegría de
tu salvación,
afiánzame con espíritu
generoso.
Señor, me abrirás los
labios,
y mi boca proclamará su
alabanza. R.
De la 2ª carta del
apóstol san Pablo a los Corintios (5,20-6,2)
Hermanos: Somos
embajadores de Cristo, siendo Dios el que por medio nuestro os exhorta; os lo
pedimos por Cristo: dejaos reconciliar con Dios. El cual, por nosotros hizo
pecado al que no conocía el pecado, para que por él llegáramos a ser justicia
de Dios. Os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios. Porque él
dice: «En el tiempo de la gracia te escucho ¡en el día de la salvación te
ayudo» Pues mirad: Ahora es el tiempo de la gracia; ahora es el día de la
salvación.
Palabra de Dios.
EVANGELIO:
Escuchen la Palabra del
Señor, según el Evangelio de san Mateo (6, 1-6. 16-18)
En aquel tiempo, dijo
Jesús a sus discípulos: «Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los
hombres para ser vistos por ellos, de lo contrario, no tendréis recompensa de
vuestro Padre celestial.
Por tanto, cuando hagas
limosna, no vayas tocando la trompeta por delante como hacen los hipócritas en
las sinagogas y por las calles con el fin de ser honrados por los hombres; os
aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando hagas limosna, que
no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha ¡así tu limosna quedará en
secreto, y tu Padre, que ve en lo secreto, te lo pagará.
Cuando recéis no seáis
como los hipócritas, a quienes les gusta rezar de pie en las sinagogas y en las
esquinas para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su paga.
Cuando tú vayas a rezar entra en tu cuarto, cierra la puerta y reza a tu Padre,
que esta en lo escondido, y tu Padre, que ve en lo escondido, te lo pagará.
Cuando ayunéis no andéis
cabizbajos, como los farsantes que desfiguran su cara para hacer ver a la gente
que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su paga. Tú, en cambio, cuando
ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, para que tu ayuno lo note, no la
gente, sino tu Padre que esta en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo
escondido, te recompensará.»
Palabra del Señor.
Reflexión del texto o
momento de silencio.
IMPOSICIÓN DE LA CENIZA
Conviértete y cree en el
Evangelio.
O bien:
Acuérdate que polvo eres
y en polvo te has de convertir.
PLEGARIA COMÚN
Hermanos:
Pidamos confiadamente a
Dios, Padre misericordioso, para que, por la penitencia y la escucha de su
Palabra, vivamos en santidad y justicia todos nuestros días. Digámosle:
Santifica, Señor, a tu
pueblo.
-Padre santo, que nos
diste a Cristo como pastor de nuestras vidas, ayuda a los pastores y a los
pueblos a ellos confiados, para que no falte nunca al rebaño la solicitud de
sus pastores ni falte a los pastores la obediencia de su rebaño. R.
-Dirige, Señor, el sentir
de los pueblos y la mente de sus gobernantes por los caminos de tu voluntad,
para que procuren con empeño el bien común. R.
-Tú que creaste a todos
los hombres a imagen tuya, haz que sintamos horror de las injusticias y
desigualdades entre los hombres. R.
-Llama a tu amistad y a
tu verdad a los que viven alejados de ti, y a nosotros enséñanos cómo podemos
ayudarlos. R.
Pueden añadirse algunas
intenciones libres.
Padrenuestro
Con el gozo de sabernos
hijos de Dios, acudamos a nuestro Padre diciendo: Padre nuestro…
Oración
Dios, que conviertes a ti
los corazones de los creyentes, escucha nuestras súplicas: Concédenos abandonar
los senderos del error para seguir a Cristo tu Hijo, por el camino que conduce
a la vida; para que fieles a las promesas del bautismo, vivamos coherentemente
con nuestra fe, testimoniando con valor la verdad de tu Palabra. Por Cristo
nuestro Señor.
Despedida
Que esta ceniza sea signo
de nuestro compromiso de vivir la cuaresma como un camino de conversión que nos
lleve al encuentro personal con Jesucristo resucitado, liberador del hombre
caído en esclavitud.
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