LITURGIA DE LAS HORAS DE LOS MÁRTIRES FRANCESES
DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA.
OFICIO DE LECTURA
Común de Mártires.
SEGUNDA LECTURA
De las “Conferencias Espirituales” de San Vicente de Paúl
(Conferencias a los misioneros, XI, 429-441)
Busquen ante todo el Reino de Dios
Así pues, se dice que hay que buscar el
Reino de Dios. Eso de buscarlo no es más que una palabra, pero me parece que
dice muchas cosas; quiere decir que hemos de obrar de tal forma que aspiremos
siempre a lo que nos recomienda, que trabajemos incesantemente por el Reino de
Dios, sin quedarnos en una situación cómoda, y parados sin prestar atención a su interior para arreglarlo bien,
pero no a su exterior para dedicarnos a él. Busquen, busquen, esto dice,
preocupación,
esto dice acción.
Busquen a Dios en ustedes, ya que San Agustín confiesa que, mientras lo andaba
buscando fuera de él, no pudo encontrarlo; búsquenlo en su alma, como en su morada
predilecta; es en el fondo donde sus servidores, que procuran practicar todas
las virtudes, las establecen. Se necesita la vida interior, hay que procurarla;
si falta, falta todo.
Procuremos,
hermanos míos,
hacernos interiores, hacer que Jesucristo reine en nosotros; busquemos,
salgamos de ese estado de tibieza y de disipación, de esa situación secular y profana, que hace que nos
ocupemos de los objetos que nos muestran los sentidos, sin pensar en el creador
que los ha hecho, sin hacer oración para desprenderse de los bienes de la
tierra.
Busquemos la
gloria de Dios, busquemos el reino de
Jesucristo. Miren, se presenta la ocasión de que los enfermos le den a Dios
parte de sus enfermedades; tienen que hacerlo. Hermanos míos, es propio del reino de Dios
preferir el alma al cuerpo, el honor de Dios al del mundo. Bebamos el cáliz, abracemos laconfusión, con la confianza de que todo vendrá en provecho nuestro. En fin, hay que
decidirse, como el apóstol, a escoger los tormentos, y la misma muerte, antes que
separarse de la caridad de Dios. Quizás se presente la ocasión de seguir a Jesucristo y sufrir la
prisión, la tortura, el fuego, el martirio; ¡benditas ocasiones, que nos ofrecen el
medio de hacer que reine, soberanamente el Hijo de Dios! Entreguémonos a él, hermanos míos, se los pido por su santo nombre,
para que nos conceda la gracia de preferir las penas y la muerte al peligro tremendo de perder su
amor; tal debe ser nuestra decisión desde ahora. Sí, Dios mío, sí padres, si se presenta la ocasión de perder el honor, los placeres y la
vida para que Jesucristo sea conocido y servido, viviendo y reinando por
doquier, hemos de estar dispuestos por su misericordia.
Hagámosle, púes, de antemano este ofrecimiento,
aunque la naturaleza sienta alguna repugnancia; tengamos la confianza de que
Dios nos dará
fortaleza cuando la necesitemos. «Los
envío como corderos en medio de lobos», decía nuestro Señor a sus apóstoles, Él no quería que pensasen en la respuesta que habrían de dar a los príncipes y a los tiranos: «porque entonces, les decía, se les dirá lo que tienen que decir». No duden, hermanos míos, de que así ocurrirá con ustedes en ocasiones semejantes,
cuando tengan que hablar y sufrir como perfectos cristianos. Dejémosle obrar a él y no pensemos más que en su amorosa y santa
voluntad.
RESPONSORIO BREVE S. Cipriano,
carta 58
R/ Dios nos contempla, Cristo y sus ángeles nos miran, mientras luchamos por
la fe *¡Que dignidad tan grande, que felicidad
tan plena es luchar bajo la mirada de Dios y ser coronados por Cristo!
V/ Revistámonos de fuerza y preparémonos para la lucha con un Espíritu indoblegable, con una fe sincera,
con una total entrega. *¡Qué dignidad¡
ORACIÓN
Señor Dios nuestro, que
uniste a los bienaventurados mártires Luís José
François,
Juan Enrique Gruyer, Nicolás Colin, Juan Carlos Carón y Pedro Renato Rogue, por el amor a tu Iglesia y los fortaleciste con invicta constancia
en la proclamación de tu libertad; concédenos que los que nos alegramos en
la celebración de su martirio aprendamos a amar a la
Iglesia como a una madre y anunciemos siempre con evangélica firmeza la palabra de la verdad y
la justicia. Por Nuestro Señor.
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