CONFERENCIA LATINOAMERICANA
DE PROVINCIAS VICENTINAS
-CLAPVI-
“V CURSO DE
FORMACIÓN DE FORMADORES”
Seminario
Villa Paúl
Jueves 11 de
febrero de 2016
LA FORMACIÓN
DE LOS FORMADORES
CRONICA UNDÉCIMO
DÍA
P. Chuno, C.M
El curso va llegando a su fin, pero la temática sigue
entusiasmándonos como en el primer día. Hoy nos acompañó el P. CARLOS JULIO
MORENO, SS. Sacerdote Sulpiciano, Director Espiritual con una amplia
trayectoria en el campo de la formación. Él nos habló sobre la importancia de
la Formación de los Formadores¸ partiendo
de este sencillo principio: “si queremos tener un pueblo cristiano bien formado
es necesario formar bien a quienes lo van a dirigir”. Esta fue una preocupación
compartida por nuestros fundadores san Vicente de Paúl y J.J. Olier, y lo que
les impulsó a dedicarse con empeño a la formación del clero.
En la introducción al tema señaló
algunas convicciones que orientan el servicio de todo formador:
·
La formación de
los apóstoles fue una tarea que Jesús se reservó para sí mismo. Y utilizó una
pedagogía muy particular: cercanía, acompañamiento, comprensión… él es el
primer formador en quien debemos inspirarnos.
·
Jesús va abriendo
poco a poco su corazón a los discípulos, les va revelando sus tesoros: el
Padre, el Reino… les da a conocer su intimidad.
·
Es necesario
contemplar a Jesús para que sus rasgos estén en nosotros y formemos con el
espíritu del Evangelio. Por ello el formador, a ejemplo de Cristo, debe
conducir a los formandos a identificarse con Cristo, a configurarse con
él. Debe velar porque lleguen al
encuentro con Jesús… y luego desaparecer, sin crear dependencias.
Algunas
frases que nos hicieron pensar durante esta parte de la exposición:
“La alegría del formador: ver la obra de
Dios en una persona concreta”
“Con la ayuda de Dios vamos formando la
figura sacerdotal que la Iglesia quiere y necesita”
“Es necesario entrar al sacerdocio por
el camino, por la puerta de la vocación”
“La formación se da por contagio: los
formadores enamorados de Cristo animan, convencen, atraen”.
“La Dirección Espiritual no puede ser un
elemento accesorio en la formación. Debemos orar por los que dirigimos”.
Luego, el P. Carlos planteó los nuevos retos de la formación, partiendo
de la realidad y de algunas líneas de la Pastores Dabo Vobis.
·
Frente a la
escasez de formadores, es necesario promover a personas con carisma para este
ministerio, no basta con la buena voluntad.
·
Es preciso
preparar a los formadores para que sean expertos en las nuevas pedagogías.
·
La realidad de
los jóvenes en formación, reclama la presencia de formadores que brinden un
acompañamiento asiduo y estén atentos a los procesos.
·
Frente al peligro
del individualismo, es necesario disponer de sacerdotes animados por el
espíritu de comunión.
·
Es importante
darle tiempo al equipo formador, porque su testimonio afecta el proceso
formativo de los jóvenes. Si los jóvenes ven un equipo integrado que se apoyan,
se quieren… este testimonio resulta animante.
·
Es necesario
invertir tiempo y recursos en la formación de los formadores. No se puede
confiar todo a los dones personales, prescindiendo de una formación
especializada.
·
Frente a la falta
de unidad de los elementos de formación, el reto es integrar armónicamente
todas las dimensiones formativas.
¿QUÉ PIDE LA IGLESIA?
·
Que tengamos espíritu de fe. Por eso el formador debe ser un hombre de fe firme, de
fe probada y vivida en profundidad, que se transparente en todas sus palabras y
acciones. Una fe que despierte en los
formandos un gran deseo de tener vida interior.
·
Sentido pastoral, para comunicar la caridad de Jesucristo, Buen Pastor. Se trata de ser
testigos del seguimiento de Cristo en nuestro propio carisma y así poder
transmitir nuestra fuerte amistad con Jesús.
·
Espíritu de comunicación. Formar con los estudiantes una verdadera familia donde
todos se sientan uno y donde se viva la espiritualidad de comunión.
·
Madurez humana y equilibrio psicológico. Un formador maduro es capaz de poseer una buena
distancia crítica de sí mismo, está abierto a aprender y dispuesto a
corregirse. Debe poseer una límpida y madura capacidad de amar.
·
Capacidad para la escucha, el diálogo, la
comunicación. De esto depende el
éxito de la labor formativa. El formador deber ser un buen comunicador y decir
las cosas con claridad.
Por
la tarde, los grupos hicieron un esfuerzo por elaborar un “perfil del formador”. El P. Carlos señaló que pese a las
resistencias que suelen haber para elaborar un perfil, es necesario porque nos
permite soñar y proyectarnos con esperanza. Soñar para no conformarnos, para no
volvernos mediocres, porque esa actitud es la que daña los procesos.
Así,
al perfil señalado en la Ratio (p. 20), se añadieron estas características:
·
El formador debe
ser un hombre enraizado profundamente en Jesucristo evangelizador de los
pobres.
·
Deber poseer vocación y formación para responder a la misión encomendada. La cercanía a los
formandos no debe diluir su identidad como formador.
·
Debe tener
capacidad para trabajar en equipo, para las relaciones interpersonales, para
caminar juntos.
·
Debe cultivar una
sana comunicación con los formandos, procurando espacios de libertad
responsable. Debe combinar autoridad y amor, sin dejar de lado la
espontaneidad. Imparcial en el trato con los seminaristas.
·
Debe ser un
hombre de oración, con capacidad para acompañar y escuchar. Se requiere
presencia y buena disposición… presencia discreta y edificante.
·
Debe tener un
conocimiento básico de todas las etapas de formación y de las realidades
cambiantes de los jóvenes.
·
Debe estar
profundamente identificado con el carisma y amar a la Congregación y a la
Provincia a la que pertenece. Interés y contacto con los pobres.
·
No debe olvidar
que también fue formando.
·
El formador no
está libre de vivir crisis y altibajos, por eso necesita acompañamiento
espiritual.
·
Debe sentirse
feliz y realizado siendo formador.
Todas
estas características fueron resumidas por el P. Carlos en una palabra: AUTENTICIDAD. Cerró su presentación con
una canción e invitándonos a orar y a dar gracias por el servicio de la
formación.
Este
día de reflexión intensa culminó con una cena en la casa provincial de nuestros
cohermanos de Colombia. Fuimos fraternalmente recibidos por la comunidad,
compartimos la comida y celebramos el cumpleaños del P. Ismael Perdomo,
superior de la comunidad, dando gracias a Dios por sus “14 años de vida” (7+7)
y sus 50 años de vida sacerdotal en la Congregación.
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